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A partir de los 12 meses de edad, los niños deben iniciar un seguimiento periódico, especializado y personalizado por parte del dentista pediátrico. No obstante, en la práctica no se suele realizar un adecuado control de la salud buco-dental, pero es necesario hacerlo en edad temprana para diagnosticar enfermedades a tiempo.

Algunos niños y adolescentes que padecen determinadas alteraciones de la salud tales como enfermedades sistémicas, trastornos del desarrollo o problemas mentales, presentan mayor riesgo de desarrollar enfermedades orales. El papel del odontopediatra en su prevención y manejo es fundamental, por lo que es necesario que conozca la condición del niño o adolescente y cómo puede esta influir en su salud bucal desde temprana edad.

Asimismo, el odontopediatra juega un papel clave en la detección temprana de ciertas enfermedades sistémicas o gastrointestinales que pueden cursar con afectaciones de la cavidad oral, tales como la enfermedad celíaca, la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa.

Entre ellas, es especialmente importante la enfermedad celíaca debido a las serias complicaciones de salud que puede ocasionar si no es tratada a tiempo, algunas de ellas irrecuperables, y que pueden afectar a cualquier órgano, entre las que se incluyen enfermedades autoinmunes y diversos tipos de cáncer, especialmente el linfoma intestinal.

El odontopediatra se especializa en diagnosticar y tratar lo siguiente:

·Alteración en el número, tamaño y forma de los dientes de origen congénito, por ejemplo, anodoncia o ausencia congénita de dientes, ablastodoncia o ausencia de todos los dientes permanentes, hiperodoncia o existencia de un número de dientes superior al normal, macrodoncia o piezas dentales de tamaño superior al normal y microdoncia o piezas dentales de tamaño inferior al normal.

·Anomalías de la estructura y color de la dentición. Por ejemplo, la hipomineralización de incisivos y molares, la fluorosis dental, la amelogénesis imperfecta (alteración del esmalte dental de origen hereditario), la dentinogénesis imperfecta, las alteraciones dentales por carencia de vitamina D y la pigmentación anómala por el uso de antibióticos del grupo de las tetraciclinas.

·Caries. Todas las caries de los niños, incluyendo la llamada caries del biberón, característica de los niños pequeños que duermen con un chupete empapado en alguna sustancia dulce, como azúcar o leche condensada.

Son muy importantes las medidas preventivas, incluyendo en primer lugar la detección temprana de los principales factores que debilitan el esmalte dental volviéndolo más propenso a padecer caries y consejos sobre alimentación, cepillado y sellado de fisuras. Las complicaciones de la caries pueden ser múltiples, incluyendo pulpitis y formación de abscesos.

·Traumatismos dentales. Muy corrientes en la infancia y adolescencia, en este apartado se incluye la avulsión o perdida completa de la pieza dental por salida de su alveolo, el tratamiento recomendado en este caso sería la reimplantación de la pieza en el menor plazo de tiempo posible, obteniendose los mejores resultados cuando la reimplantación se produce antes de 30 minutos tras el accidente.

·Maloclusiones y trastornos ocasionados por alteraciones de los espacios entre las piezas dentales, dentro de este grupo se incluyen las erupciones tempranas y las tardías.

Algunas maloclusiones son secundarias a determinados hábitos como la succión digital o a patologías nasales que causan respiración bucal continuada.

·Necesidades especiales y prevención de enfermedades sistémicas.

·Hipoplasias irreversibles del esmalte dental causadas por la enfermedad celíaca no tratada. El diagnóstico temprano evita las numerosas complicaciones de esta enfermedad.